Vacaciones en el infierno (Get The Gringo)
Director: Adrian Grunberg. Guión: Mel Gibson, Adrian Grunberg y Stacy Perskie. Intérpretes: Mel Gibson, Kevin Hernández, Daniel Giménez Cacho, Jesús Ochoa, Dolores Heredia, Peter Gerety, Roberto Sosa Martínez, Peter Stormare, Mario Zaragoza, Gerardo Taracena, Dean Norris. Duración: 96 m. Año: 2012. Producción: EE.UU. |
Implicado como actor y guionista, Mel Gibson interpreta en "Vacaciones en el infierno" un papel a su medida, con las suficientes dosis de acción como para reivindicarse todavía como una de las estrellas del género y con los adecuados detalles polémicos para mantener su imagen políticamente incorrecta (esa descripción de los mexicanos como corruptos, delincuentes y violentos, aunque igual que los personajes estadounidenses). El caso es que la aportación fundamental la hace Adrian Grunberg, habitual director de segunda unidad que se estrena así como realizador, que dota al relato del gringo atrapado en la macrocárcel mexicana de "El Pueblito" (un auténtica ciudad de presos donde uno puede prosperar si se gana las correspondientes amistades) de unos apreciables sentidos del ritmo narrativo y del humor y, sobre todo, de una particular habilidad para hilvanar una sucesión de situaciones de lo más surrealistas, quizá culminada con cierto exceso (esa intervención policial masiva paralela a la operación de transplante de hígado). En cualquier caso, la cinta funciona dentro de sus premisas: entretenimiento de calidad convincente. Cinelandia. Podría ser simple coincidencia el que en un corto periodo de tiempo se hayan estrenado (y convivan en la cartelera) varios filmes cuyo principal cometido es el de entretener, pero que no olvidan la calidad y, a su manera, nos dejan mensajes sobre los que los espectadores debemos reflexionar. Me refiero a "Salvajes" (Oliver Stone, 2012), "Looper" (Rian Johnson, 2012), esta "Vacaciones en el infierno" que nos ocupa y, por qué no, "Skyfall" (Sam Mendes, 2012). Yo prefiero pensar que es una tendencia, una manera de entender el cine con la que me siento identificado: disfrutar con una historia sobre la que luego puedo extraer conclusiones o que, al menos, genera cierto debate y que está por encima del simple estilo consumista de usar y tirar (necesario para la industria) y sin llegar a ese otro cine de autor, a veces tan intelectualoide y otras tan imprescindible para recordarnos que el séptimo arte también es cultura. Aquí tenemos una película que funciona como thriller carcelario violento y realista (ejemplar la recreación de un penal tan peculiar como "El Pueblito", cerrado por el gobierno mexicano en 2002, donde se podía convivir con la familia, comerciar y organizar espectáculos), también como comedia con un Mel Gibson socarrón que ya casi no recordaba (lástima no haberla podido ver en versión original para disfrutar más de la imitación que hace de la voz de Clint Eastwood) y no tanto como drama por lo inverosímil de la parte argumental que soportan la madre y su hijo (residentes en la cárcel que ayudan al gringo que interpreta Gibson a sobrevivir en ella) y un final algo excesivo. Muy recomendable, de las que luego no te tienes que lamentar de lo caro que se ha puesto ir al cine, menos mal que es cultura... ¿O es qué todavía hay dudas? Álex. |