Los hermanos Dardenne prosiguen su particular ciclo de películas de concienciación social con mujer protagonista acosada por las vicisitudes de la vida pero persistente en su objetivo. Desde luego, con resultados mucho más discretos que su anterior "Dos días, una noche" (2014), este filme se sostiene en la integridad ética y moral de la doctora de familia encarnada por una sobria (y carente de variedad de registros) Adèle Haenel. La muerte de una inmigrante a la que no abrió la puerta de la consulta será el motor para iniciar una peculiar investigación que desvelará los lazos que le unen con sus pacientes, lo que llevará a apuntalar su vocación (y a animar la de otros), así como la verdad que se esconde tras tan trágico fallecimiento. Cinelandia. Sea porque la experiencia es un grado o porque sabe el diablo más por viejo que por diablo, ahí siguen los veteranos hermanos Dardenne (junto al octogenario Ken Loach) a la cabeza del cine social europeo, agitando conciencias y aunando voluntades. Una nueva muestra de su buen hacer, con su sobriedad habitual y confiando todo el peso a una Adèle Haenel a la que le falta un poco de empuje y le sobra melancolía en su papel de doctora de cabecera, para recordarnos que la integridad moral es hoy más necesaria que nunca para poder tener vocación solidaria de ayuda al colectivo y al necesitado y, por tanto, para huir de egoísmos individualistas que a nada conducen. La novedad es que incorporan, por primera vez en su filmografía, elementos cercanos al thriller, partiendo de un hecho casi anecdótico o fortuito que desencadena todas las reflexiones anteriores. Sólo espero que la salud les respete el mayor tiempo posible para poder seguir recibiendo sus enseñanzas a través de la gran pantalla, tiempo habrá para echarles de menos... Álex. |