Dos días, una noche (Deux jours, une nuit)
Dirección: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne. Guión: Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne. Intérpretes: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon Caudry, Catherine Salée, Batiste Sornin, Alain Eloy, Myriem Akeddiou, Fabienne Sciascia, Olivier Gourmet. Duración: 95 m. Año: 2014. Producción: Bélgica, Francia e Italia.


Una historia de planteamiento sencillo que pronto se vuelve tan enrevesada como las peores situaciones vitales. Gran cine social, pero del que no contiene moralejas, sino verdades como puños, tan sencillo y tan complejo como la vida misma, en la línea de lo que están sufriendo día a día muchas, demasiadas personas. Una mujer con depresión va a ser despedida por su empresa pero es animada para plantear una votación entre sus compañeros, que se ven ante la maquiavélica tesitura, orquestada por los jefes, de perder su ansiada prima monetaria si la chica se queda. Y así, con sencillez, siguiendo a la protagonista (enorme, angustiosa interpretación de la espléndida Marion Cotillard) en su campaña de dos días y una noche por hablar con cada uno de sus compañeros (no precisamente sobrados de dinero) para convencerles de que renuncien a la extra a cambio de seguir trabajando (torticera elección), el filme crece y crece hasta que pone sobre la mesa el tema de fondo: ¿dónde está nuestra dignidad?
Cinelandia.
Una vez más, los hermanos Dardenne dirigen su foco a la realidad social que nos está tocando vivir; y es que nadie que vea la película debería sentirse ajeno a lo que propone: a que la integridad, la colaboración con tus semejantes y la honestidad sean referencias vitales en las que apoyarnos, no solo para dar ejemplo a los demás sino para sentirnos bien con nosotros mismos. La perversa y obscena (moralmente hablando) situación de que en una pequeña empresa sean los propios trabajadores quienes decidan mediante votación el tener que elegir entre una prima de 1.000 € y despedir a una trabajadora (que además se incorpora después de una baja por depresión, con lo que la denuncia a las prácticas laborales de los empresarios es completa) o renunciar a ella y que su compañera mantenga el empleo es el detonante para que se abra un abanico de posibilidades perfectamente manejado por los cineastas belgas. El título de la cinta es el tiempo que la trabajadora (inmensa Marion Cotillard) tiene para convencer a sus compañeros de que necesita mantener su trabajo y resulta extraordinario cómo, sin juzgar a nadie y evitando el maniqueísmo, consiguen que de forma natural todas las reacciones de sus compañeros nos sean reconocibles, desde las más sinceras hasta las más extremas, independientemente de que sean en un sentido u otro. Por no hablar de la propia carga que soporta la protagonista (no olvidemos que parte de una situación emocional complicada), que en los momentos de desfallecimiento siente que está “mendigando” sin derecho ninguno a hacerlo por un lado y de ser la culpable de un futuro clima laboral enrarecido por otro (¿con qué ojos la mirarían los compañeros que votaron a favor de cobrar la prima si ella consigue mantener su puesto?). Todas las sensaciones fluyen cristalinamente, la emoción está presente siempre y, además, como si de una cinta de suspense se tratara estás con el alma en vilo por conocer el desenlace de la votación, con brillante sorpresa final incluida. Tan necesario en los tiempos que estamos viviendo como impecable, un filme de los que dejan huella a pesar de su modestia y sencillez en las formas que debería ser de visionado obligatorio…

Álex.