La casa de mi padre
Director: Gorka Merchán. Guión: Iñaki Mendiguren.  Intérpretes: Carmelo Gómez, Emma Suárez, Verónica Echegui, Juan José Ballesta, Álex Angulo, Irene Bau, Aitor Beltrán, Mikel Aramburu, Iñaki Font. Duración: 100 m. Año: 2008. Nacionalidad: España.


Sin pretender explicar el problema vasco, como intentara Julio Médem en "La pelota vasca" (2003), sino más bien acercándose a través del drama personal en la línea de "Todos estamos invitados" (2008), el debutante Gorka Merchán centra su interés en una familia dividida entre los que justifican la violencia para arreglar los problemas políticos porque -alegan- existe una opresión por parte del Estado y los que simplemente aborrecen la violencia y no ven ningún tipo de agresión en Euskadi, salvo la de ETA y su entorno. En fin, la historia de hace ya demasiado tiempo. Pero esta vez enfocada desde un punto de vista tan cercano que por fuerza nos conmueve. Una película interesante en su conjunto, especialmente por destacar la capacidad de cada cual de decidir en un momento dado hacia qué parte se inclina (caso del papel de un Juan José Ballesta que, por cierto, todavía parece más un macarra madrileño que un borroka vasco), así como por dibujar bien las sensaciones de quien entra de nuevas en esa situación (solvente Verónica Echegui) y de quien debe vivir permanentemente señalado por expresar sus ideas (estupendo Alex Angulo). Sin embargo, las posiciones proetarras quedan algo maniqueas y la situación del amenazado que regresa al pueblo (magnífico Carmelo Gómez) parece la de una vendetta demasiado personal. 
Cinelandia.
Como ya ocurriera con la ignorada (??) en los últimos Goya "Todos estamos invitados" (2008), el filme sale airoso de la dificultad que supone abordar la dramática situación de las personas que viven amenazadas por la banda terrorista ETA en su propio pueblo y por ello se ven obligadas a exiliarse, cuando no a morir. Inclusive el donostiarra Gorka Merchán arriesga situando el conflicto dentro de una propia familia unida por el afecto, pero separada por la ceguera y el odio irracional que parece imperar entre el mundo abertzale y cualquier otra opción que se aparte de él. Y es que no debemos olvidar que esa es la verdadera realidad del País Vasco, que además de la vía política, policial y judicial también está en las manos de las personas de bien el hacer frente a los violentos, aunque sean de tu propia sangre, hasta llegar a erradicarlos de la tierra que creen exclusivamente suya. Que cinematográficamente el melodrama funcione de forma algo irregular, normalmente según quien salga en pantalla (como siempre Carmelo Gómez y Alex Angulo bastante bien, acompañados esta vez de la mejor versión de Verónica Echegui y de una convincente Irene Bau como representante del mundo etarra) y que se caiga en ciertos convencionalismos o tópicos (en este asunto todos sabemos quiénes son los buenos y quiénes los malos, nos guste o no) le puede restar puntuación al filme, pero no valor social o moral que creo es más importante en este caso.

Álex.