Todos estamos invitados
Director: Manuel Gutiérrez Aragón. Guión: Manuel Gutiérrez Aragón y Ángeles González Sinde, sobre una idea de José María Calleja.  Intérpretes: Óscar Jaenada, José Coronado, Vanessa Incontrada, Iñaki Miramón, Adolfo Fernández, Kike Díaz De Rada, Leire Ucha, Iñaki Font, Iñake Irastorza, Paul Zubillaga. Duración: 95 m. Año: 2008. Nacionalidad: España.


El veterano realizador Manuel Gutiérrez Aragón ("La mitad del cielo" -1986-, "El caballero Don Quijote" -2002-, "La vida que te espera" -2004-) lleva a cabo a través de esta película una interesante aproximación al drama de los amenazados por ETA dentro del País Vasco. Por ETA y por el asfixiante y mudo entorno social que lo sustenta o deja hacer. Se llega a mencionar en un momento del metraje la palabra "omertà" (ley del silencio de la mafia italiana): magnífica comparación para mostrar lo enfermizo de este comportamiento. Con todo ello, el director pretende realizar una metáfora acerca de la pérdida de libertad, del sentimiento de aislamiento y persecución por pensar diferente... Hasta la muerte. No busquéis aquí soluciones al problema vasco ni otras elevadas intenciones. Gutiérrez Aragón se limita a tejer dramas personales, lo que no es poco: el del profesor de universidad amenazado (bien José Coronado) y el del etarra que pierde la memoria -basado en un hecho real- (creíble Óscar Jaenada). Cinematográficamente, quizá la película no sea perfecta; a veces le falta ritmo, algunas frases en el guión suenan a impostadas... Pero el mensaje que lanza es tan valioso que su visionado en las escuelas debería ser obligatorio.
Cinelandia.
Hábilmente, sin meterse en charcos políticos, Manuel Gutiérrez Aragón nos muestra el drama que supone hoy en día el vivir amenazado y con miedo en el País Vasco, por arte y gracia de la siniestra banda terrorista ETA, así como el efecto devastador en forma de silencio y mirar hacia otro lado que se genera alrededor. Lo consigue transmitir de forma identificativa a través de dos historias paralelas, la de un profesor de universidad colocado en el punto de mira, al que da vida José Coronado, y la de un etarra amnésico tras un atentado (Óscar Jaenada) que se ve forzado a seguir ligado a la banda sin saber qué ideales le llevaron a ello (sutil forma de denunciar que esos ideales no existen, al menos hoy en día, y que todo es puro fanatismo). Ambas historias no acaban de interrelacionarse de forma natural (resulta complicado evaluar un tema tan nuestro y de eterna actualidad en clave de ficción cinematográfica), pero el mensaje es claro, acertado, exento de polémica (sólo los terroristas pueden estar en desacuerdo) y eso está por encima de los habituales parámetros de valoración.

Álex.