Todo es silencio
Director: José Luis Cuerda. Guión: Manuel Rivas, sobre su propia novela.  Intérpretes: Quim Gutiérrez, Miguel Ángel Silvestre, Celia Freijeiro, Juan Diego, Xoque Carvajal, Axel Fernández, Carolina Cao, Sergio González, Chete Lera, Luis Zahera. Duración: 119 m. Año: 2012. Producción: España.


Quizá es una historia que había que contar, la del narcotráfico en las costas gallegas que, durante años y décadas, creó mafias de poder enorme. Y a esa tarea se ha aplicado el veterano José Luis Cuerda, que da en el clavo más cuando retrata la niñez de los personajes que crecen en el peculiar caldo de cultivo del contrabando, o con el ambiente de degeneración de las mafias ya consagradas y, sobre todo, en la definición (espectacular Juan Diego) del capo de la banda, una mezcla entre señorito andaluz y padrino italiano con las correspondientes características gallegas. En cambio, se sostiene bastante peor el triángulo de los dos chicos y la chica ya de mayores, especialmente por las obvias limitaciones de Miguel Ángel Silvestre y por el inverosímil policía que recrea Quim Gutiérrez.
Cinelandia.
Una pena que el nuevo trabajo de José Luis Cuerda se descomponga a medida que avanza, con una primera parte costumbrista e impregnada del realismo mágico que sin duda debe desprender la novela de Manuel Rivas en el que está basado, formas en las que demuestra una vez más el director que se mueve en ellas como pez en el agua, y una segunda mucho más burda y deshilvanada con forma de relato policíaco entremezclado con drama romántico a la que le falta nervio. Y en esto tiene mucho que ver tanto el querer abarcar demasiados asuntos (el triángulo amoroso de los protagonistas y el intento de convertirse en crónica de la evolución del contrabando de tabaco hacia el narcotráfico y de cómo eso influyó en la vida cotidiana de los habitantes de las localidades costeras gallegas) como la nefasta elección de Quim Gutiérrez y Miguel Ángel Silvestre en los papeles masculinos. Nada que ver la frescura de los chavales que interpretan esos mismos papeles al inicio con la sosería del primero y la enésima repetición del mismo personaje que nos brinda el segundo, da igual la película en la que aparezca. Aún con todo esto merece la pena su visionado (no me quiero olvidar de la nueva exhibición que ofrece Juan Diego con un personaje pelín excesivo) y de ninguna manera se puede decir que sea un trabajo fallido, aunque sí irregular...

Álex.