El hijo de Saúl (Saul fia)
Dirección: László Nemes. Guión: László Nemes y Clara Royer. Intérpretes: Géza Röhrig, Levente Molnár, Urs Rechn, Sándor Zsótér, Todd Charmont, Uwe Lauer, Attila Fritz, Kamil Dobrowolski, Christian Harting. Duración: 107 m. Año: 2015. Producción: Hungría.


El húngaro László Nemes realiza con "El hijo de Saúl" una película absolutamente de referencia sobre el holocausto llevado a cabo por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, cuando pusieron en marcha la llamada "solución final", que consistía directamente en el exterminio sistemático de prisioneros (mayormente judíos), que previamente habían sido humillados y sometidos, despojados de toda cualidad humana, en uno de los ejemplos más evidentes de crueldad infinita. En concreto, el filme narra los pasos del miembro de un "Sonderkommando" (grupo de judíos obligados a matar a sus propios congéneres a cambio de poder "vivir" algo más) que, dentro de ese universo de continuas aberraciones, encuentra en la muerte de un niño del campo de concentración un cierto sentido a su miserable existencia y, desde entonces, centra todos sus esfuerzos en darle entierro digno al cuerpo del chaval, incluso ignorando los esfuerzos de sus compañeros por escapar de ese infierno de locura. Y, precisamente, ese contraste entre la realidad insoportable y ese pequeño espacio de respeto moral, por absurdo que sea, es una de las ideas más destacables de la cinta. La otra, la apuesta estética por mostrarnos enfocado sólo al protagonista y el entorno inmediato con el que interactúa, manteniendo fuera de foco todo lo demás, no hace sino aumentar aún más la sensación de angustia al permitir al espectador intuir e imaginar todos los detalles del horror desatado. Imprescindible su visionado.
Cinelandia.
El incuestionable valor de este filme radica en la capacidad de innovar para seguir estremeciendo al espectador con un asunto tan trillado por el séptimo arte como es el holocausto judío. Y es que resulta una idea brillante la de colgar la cámara en la nuca (o pegarla a la cara) del protagonista, un miembro de un "Sonderkommando" (la expresión máxima de la vileza y la bajeza moral, grupos de trabajo de prisioneros de los campos de concentración obligados a ayudar a los nazis en su ejecución de la terrible "solución final" a cambio del "privilegio" de morir los últimos) que se empeña en buscar a un rabino para dar entierro al cuerpo de un joven, que bien podría ser su hijo, un claro simbolismo que le permita recuperar la dignidad (y, por extensión, a todo su pueblo) entre tanta inmundicia moral. De esta forma tan incómoda visualmente, pero que aquí está justificada como recurso apropiado al servicio de la forma en la que se quiere contar la historia (porque, además, permite desenfocar el resto del plano o dejar fuera del mismo todo el horror existente alrededor, acertada idea la de sugerir más que mostrar), asistimos como acompañantes a esta última epopeya vital amenazada por duchas que gasean, hornos crematorios, ejecuciones, fosas comunes, vejaciones, expolios, vanos intentos de resistencia, en definitiva, una de las mayores expresiones de la maldad más absoluta que el ser humano ha cometido contra su semejante. Una cinta tan terrible como necesaria, hermosa en su tratamiento del horror y que, sin duda, es una de las sensaciones del año...
Álex.