Rogue One: una historia de Star Wars (Rogue One)
Dirección: Gareth Edwards. Guión: Chris Weitz y Tony Gilroy, sobre un argumento de John Knoll y Gary Whitta, basado en los personajes creados por George Lucas. Intérpretes: Felicity Jones, Diego Luna, Ben Mendelsohn, Donnie Yen, Jiang Wen, Mads Mikkelsen, Forest Whitaker, Alan Tudyk (voz), Riz Ahmed, Jonathan Aris, Jimmy Smits, Alistair Petrie, Genevieve O'Reilly, Valene Kane, Warwick Davis, Guy Henry, James Earl Jones (voz). Duración: 134 m. Año: 2016. Producción: EE.UU.


Primer spin-off de la saga "Star Wars" que lanza la nueva propietaria de los derechos, Disney, dispuesta a exprimir al máximo el negocio. Pero, si lo hace tan bien como con la oficial "Star Wars VII: el despertar de la Fuerza" (J.J. Abrams, 2015) y con esta película derivada, "Rogue One: una historia de Star Wars", la satisfacción está garantizada. No sólo se recurre a jóvenes y talentosos directores -en este caso, Gareth Edwards ("Monsters", 2010; "Godzilla", 2014)-, a los que se les nota su devoción por la saga, sino que los filmes (al menos, estos dos, por el momento) recuperan el dinamismo y el sentido de la aventura de la trilogía inicial y que se habían perdido en la posterior del propio George Lucas. Ciertamente, queda claro desde el principio que "Rogue One: una historia de Star Wars" no pertenece a la nueva triple entrega (se evitan tanto los clásicos títulos de crédito como la banda sonora original), pero se mantiene intacto su ADN: el enfrentamiento entre el Bien y el Mal, la superación de los propios traumas personales y familiares, la camaradería y el compromiso... Todo está ahí, y muy bien contado, dirigido e interpretado, además de acompañado con el aliciente añadido de la aparición de varios personajes míticos, reinterpretados por otros actores para mantener el racord, claro, como es el caso de la Princesa Leia o el Grand Moff Tarkin, por no hablar de Darth Vader, cuya voz original permanece pero cuyo doblaje al español ya no tiene detrás al tristemente desaparecido Constantino Romero, aunque el sustituto se le parece. Y es que "Rogue One: una historia de Star Wars" se sitúa temporalmente justo antes de "La Guerra de las Galaxias" (George Lucas, 1977) o, como es conocida ahora, "Star Wars IV: A New Hope", al narrar el plan de la Alianza Rebelde para robar los planos de la Estrella de la Muerte que está construyendo el Imperio. Un planteamiento realmente atractivo y que viene a cubrir una laguna importante en el desarrollo de la saga galáctica.
Cinelandia.
Tras una dura batalla interior, el Lado Oscuro representado por la nostalgia y el cariño a la saga más emblemática de la historia del cine y que obliga a aceptar todo lo que venga de ella se ha impuesto al equilibrio racional de la Fuerza que abogaba por no colaborar con el filón sobreexplotado en el que Disney va a convertirla con el invento este de los spin off o historias paralelas a los capítulos principales. Y así seguirá siendo, al menos mientras las historias sigan teniendo una calidad aceptable y buenas dosis de entretenimiento, como es el caso. Aunque se echa de menos esa presentación con el texto de abajo a arriba de la pantalla y la inmortal banda sonora de John Williams, con la que sólo coquetea, el relato premeditadamente alejado del núcleo principal de cómo los rebeldes consiguieron robar los planos de la Estrella de la Muerte (lo que le convierte para el imaginario popular en el "capítulo 3 y 1/2") contiene las mismas líneas maestras que el resto, drama familiar, sentido de la aventura y del humor y convicción de luchar por los ideales que se consideran justos. La diferencia es una envoltura o presentación más seria con esa fotografía terrosa alejada de la luminosidad habitual, un tono más oscuro o dramático (no siempre conseguido) y una épica final que, aunque revestida de cierta poética, sorprende por su realismo (para lo que uno está acostumbrado a recibir de Disney). A esperar la siguiente...

Álex.