Los ojos de Julia
Director: Guillem Morales. Guión: Guillem Morales y Oriol Paulo. Intérpretes: Belén Rueda, Lluís Homar, Julia Gutiérrez Caba, Pablo Derqui, Francesc Orella, Daniel Grao, Hèctor Claramunt, Joan Dalmau. Duración: 100 m. Año: 2010. Nacionalidad: España.


Tenía cierta expectación por ver lo nuevo de Guillem Morales, que me había cautivado con su inquietante "El habitante incierto" (2004), y, la verdad, me sigue atrayendo el estilo templado, nada efectista, pero atmosférico del director barcelonés, así como su obsesión con la invasión de la intimidad, tema común de sus dos filmes. Sin embargo, en este último caso, la historia, que comienza sólida como un thriller original vinculado con la pérdida de la visión, acaba cayendo en tópicos y lugares comunes propios del género, sustos fáciles y resolución tontorrona incluidos. Me quedo con las logradas escenas en las que el espectador se sumerge en el mundo de sensaciones incómodas y primarias de los invidentes, y en la idea de esas personas tan grises que se hacen socialmente invisibles.
Cinelandia.
Una vez más, y ya son infinitas, lo que empieza siendo una prometedora e interesante película de género de terror se viene abajo estrepitosamente cuando toca resolverla, algo en lo que curiosamente no cayó su director, Guillem Morales, en su debut con la original e inquietante "El habitante incierto" (2004). Demuestra de nuevo su capacidad de tenerte agarrado al asiento mientras el misterio permanece, hay escenas verdaderamente brillantes en las que vuelve a jugar con la realista y desasosegante idea de que algo o alguien puede acecharte en espacios cerrados y que nos son familiares, como tu propio hogar o similar, pero cuando llega el momento de desvelarlo cae en la trampa de querer atar todos los cabos involucrando a todos los personajes a base de giros forzados (¿de verdad era necesario?) y consecuentemente alargando el metraje en exceso y convirtiendo el final en agónico, cuando estás deseando que se produzca porque todo lo que era tensión e interés se ha transformado en desencanto y previsibilidad. Vamos, lo que se dice llevarte un chasco cuando pintaba bonito...

Álex.