Los odiosos ocho (The Hateful Eight)
Dirección: Quentin Tarantino. Guión: Quentin Tarantino. Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Demián Bichir, Walton Goggins, Tim Roth, Bruce Dern, Michael Madsen, James Parks, Dana Gourrier, Zoë Bell, Channing Tatum, Lee Horsley, Gene Jones, Keith Jefferson, Craig Stark, Belinda Owino. Duración: 167 m. Año: 2015. Producción: EE.UU.


Otra muestra de cine tarantiniano con todas sus consecuencias: violencia gratuita (dosificada salvo en el final) y diálogos brillantes (sin alcanzar las cotas de sus mejores filmes) para una historia de casi tres horas que se pasa en un suspiro y que, tras su fachada de western, en realidad esconde uno de los habituales ejercicios estilísticos del director estadounidense. Una puesta en escena medida -muy complicada, dado que mete a ocho personas (¿o eran nueve?) en un único escenario pequeño-, una trama que va cobrando fuerza y mostrando sus cartas poco a poco, y unas actuaciones impecables de todo el reparto (excelentes en casos como Samuel L. Jackson y la recuperada para la causa Jennifer Jason Leigh) son sus puntos fuertes, mientras que flaquea por su conclusión excesiva pero poco contundente (narrativamente hablando).
Cinelandia.
La segunda aproximación consecutiva de Quentin Tarantino al western dista mucho de ser tan afortunada como la anterior (“Django desencadenado” -2012-), y no precisamente porque de dicho género el filme sólo tenga la ambientación temporal y estética. Las escasas muestras de sus habituales agudeza e ingenio en los diálogos supone que el guión, y por extensión el filme, sean de una banalidad casi insoportable, con un argumento de poco peso y que apenas transmite tensión cuando se supone que debía ser todo lo contrario (repetir la fórmula de su novedosa ópera prima, “Reservoir Dogs” -1992-, esta vez no le ha dado el mismo resultado). Esto, combinado con un perfil de personajes excesivamente caricaturesco, una sobredosis de violencia gore (también habitual en su cine, pero que siempre había estado al servicio del relato y no a la inversa) y una autocomplacencia nada disimulada por los detalles (títulos de crédito, banda sonora irregular, voz en off y alteraciones temporales narrativas que no aportan mucho) que ayuda a desplazar (o lo que es peor, disimular) lo que verdaderamente debe ser siempre lo importante, como es la historia, hacen de este uno de sus peores filmes, sólo recordable por las interpretaciones de Samuel L. Jackson y Jennifer Jason Leigh, y un inicio en exteriores prometedor que evidentemente no tiene continuidad.

Álex.