La gran estafa americana (American Hustle)
Dirección: David O. Russell. Guión: Eric Warren Singer y David O. Russell. Intérpretes: Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams, Jeremy Renner, Jennifer Lawrence, Louis C.K., Michael Peña, Jack Huston, Alessandro Nivola, Shea Whigham, Paul Herman, Elisabeth Röhm, Saïd Taghmaoui, Adrián Martínez, Robert De Niro. Duración: 138 m. Año: 2013. Producción: EE.UU.


"La gran estafa americana" supone un cierto patinazo por parte de David O. Russell, director que últimamente había reunido una notable filmografía, especialmente a raíz de "The Fighter" (2010) y "El lado bueno de las cosas" (2012). Y es que la cinta parece mejor construida como armazón formal, estético e interpretativo que como una historia contada con gancho. Efectivamente, podemos disfrutar del talento de un puñado de actores en estado de gracia (sobre todo Amy Adams, Christian Bale, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper) e incluso entrar en la lograda ambientación de la época (años 70), apuntalada por una gran banda sonora. Pero, cuando se trata de seguir el argumento, desde luego no es en absoluto el mejor trabajo de Russell, ya que muestra poca pericia para narrar una trama imprecisa y carente de la suficiente fuerza.
Cinelandia.
Después de todo lo que se ha hablado sobre el filme con más nominaciones a los inminentes Oscar 2014, me apunto al carro de los que así consideran, haciendo un juego facilón de palabras, a su director, David O. Russell, del cual ya me molesta bastante que siempre tenga película preparada para la temporada de premios como para que encima cada una sea inferior a la anterior. Ya apuntaba su debilidad para perfilar personajes excéntricos y desquiciados en la estimable "The Fighter" (2010), algo minimizado por la potencia de la historia en aquella ocasión, pero es que cuando no ha habido tal, como le ocurrió con la boba "El lado bueno de las cosas" (2012) y ahora, resulta un pequeño martirio asistir a una sucesión de diálogos absurdos en boca de personajes neuróticos, al tiempo que añoras una línea argumental sólida o al menos un mínimo de coherencia en lo que parece ser un caso de corrupción real ocurrido en Nueva York en 1978. Sólo me quedo con la ambientación setentera, la banda sonora y el vestuario, lo cual incluye los escotazos de Amy Adams, capaces por sí solos de sacarme del sopor; algo que puede parecer una frivolidad, pero no mayor que la que propone este director en sus últimos trabajos, cine vacuo y superficial que como sea el gran triunfador en los citados premios hollywoodienses será para pedir aquello de "paren que yo me bajo aquí"...

Álex.