First Man -El primer hombre- (First Man)
Dirección: Damien Chazelle. Guión: Josh Singer, sobre el libro de James R. Hansen. Intérpretes: Ryan Gosling, Jason Clarke, Claire Foy, Kyle Chandler, Corey Stoll, Pablo Schreiber, Lukas Haas, Brian d'Arcy James, Aurelien Gaya, Ciarán Hinds, Ethan Embry, Patrick Fugit, Shea Whigham, Christopher Abbott, Cory Michael Smith, Brady Smith, Perla Middleton, J.D. Evermore. Duración: 141 m. Año: 2018. Producción: EE.UU.


Lejos del cine de ritmo trepidante de "Whiplash" (2014) y de la historia romántico-musical de "La ciudad de las estrellas (La La Land)" (2016), Damien Chazelle opta por por el drama sobrio pero, a su manera, también vibrante que sigue los pasos del astronauta Neil Armstrong (el primer hombre que puso los pies en la Luna) en su carrera espacial por conquistar el satélite terráqueo. El filme conjuga con acierto un poco de todo: la personalidad tranquila y fría del protagonista (la cara de palo de Ryan Gosling ayuda), el drama de su hija, el contexto político de rivalidad con la Unión Soviética, las dificultades técnicas del proyecto y el entorno familiar (más metido con calzador), para hacer una obra sólida y que no se hace larga a pesar de su metraje.
Cinelandia.
Reconforta comprobar que Damien Chazelle también sabe hacer buen cine cuando abandona su zona de confort, aquella en la que la música ejerce de hilo conductor (sin olvidarse de tan noble disciplina, tiene su presencia en este nuevo filme), para adentrarse en este caso en el hito histórico de la llegada del hombre a la Luna y más concretamente en el personaje de Neil Armstrong. Acopla (término que viene al pelo, je, je) las tremendas dificultades técnicas de la carrera espacial, con las connotaciones sociales (gasto público de difícil comprensión en aquel momento) y políticas (la rivalidad con la Unión Soviética dentro de la Guerra Fría) que conllevaba, con las personales del protagonista para conciliar su vida familiar y profesional (carácter huraño, la tragedia de perder a una hija de dos años de edad, la incertidumbre de estar jugándose la vida). Y lo hace con un uso notable del primer plano, sin llegar a cansar, para introducir al espectador, sea en el simulador, la nave, el cohete o la casa del protagonista para que sienta, sufra y disfrute la experiencia igual que él. Y de esta forma todos nos sentimos los primeros en pisar el satélite en esos últimos momentos emocionantes de un filme muy cuajado, al que en todo caso se le puede achacar un metraje pelín alargado, un mal que se está convirtiendo en norma en el cine actual.

Álex.