Un final made in Hollywood (Hollywood Ending)
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Woody Allen ofrece una nueva muestra de su arte para las comedias, en este caso añadiendo algunos ingredientes de ácida crítica al sistema de estudios de Hollywood, que tan poco gusta al neoyorkino (y a cualquiera que disfrute del buen cine). En cualquier caso, el resultado no es perfecto -al menos, no tanto como en su anterior "La maldición del Escorpión de Jade" (2001)-, pero "Un final made in Hollywood" contiene escenas y momentos suficientemente divertidos como para que apruebe con nota, especialmente con el protagonista rodando en Canadá, el reencuentro con su ex mujer o el operador de cámara chino (y su traductor, claro). Cinelandia. Parece que a Woody Allen le ha dado últimamente por la humildad. Así lo demostró al recoger el premio Príncipe de Asturias y así parece reflejarse en su última producción. En "Un final made in Hollywood" parece querer reírse de sí mismo y de todos aquellos que le toman (tomamos) muy en serio. Así que no duda en retratarse como un director acabado al que no le queda más remedio que hacer una película de un gran estudio de Hollywood, y nos demuestra cómo en realidad sus películas puede hacerlas un ciego ayudado por un estudiante de empesariales -chino-, sin idea de cine. Porque a fin de cuentas, esas cosas que él hace sólo pueden gustarle a los franceses, que son unos tipos muy raros. No estamos ante el mejor trabajo de Woody Allen, pero lo que está claro es que hasta en las más flojas de sus películas siempre habrá unos cuantos diálogos inmejorablemente divertidos y un par de situaciones hilarantes. Lo que no es poco para lo que corre por ahí. Tobías. |