Diamante de sangre (The Blood Diamond)
Director: Edward Zwick. Guión: Charles Leavitt. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Jennifer Connelly, Djimon Hounsou, Arnold Vosloo, David Harewood, Caruso Kuypers, Michael Sheen, Basil Wallace, Ntare Mwine, Stephen Collins. Duración: 143 m. Año: 2006. Nacionalidad: EE.UU. |
El discretito Edward Zwick ("El último samurái" -2003-, "Leyendas de pasión" -1994-) rueda una película verdaderamente sólida, en la que mezcla muy bien todo un amplio abanico de problemas político-sociales que están arrasando África con el drama particular que acaba tomando protagonismo. Y éste no es otro que el tráfico de diamantes aprovechando conflictos armados (¿o era al revés?) en países africanos pobres e inestables, de la mano de un traficante (blanco, claro) -bastante creíble Leonardo DiCaprio-, una víctima de la guerra (negro, claro) que encuentra por casualidad un diamantón y una periodista -magnífica, como siempre, Jennifer Connelly- que se mueve entre las crónicas fáciles, lacrimógenas y hacer algo más por lo que le rodea. Todo muy sólido, ya digo, aunque el final quede resuelto de forma algo rápida y endeble. Cinelandia. Casi cerrando el círculo de películas con temática "denuncia de las catástrofes que asolan al continente africano en beneficio del primer mundo" nos llega esta cinta, ambiciosa en su planteamiento ya que toca todos los "palos" posibles (tráfico ilegal de diamantes, de armas, mercenarios blancos sin escrúpulos, corrupción, los niños soldados y la pavorosa violencia con la que se emplean los nativos con sus semejantes en guerras civiles continuas) con rigor y cierta crudeza tanto en imágenes como en reflexiones, aun a costa de que no profundiza a veces lo suficiente y que por otro lado es el menor de sus problemas. Digo esto porque la aventura sobre la que se soporta es demasiado "made in Hollywood" (no debe sorprendernos viendo anteriores títulos del director), con un final y un personaje para DiCaprio (entendería mejor su nominación al Oscar por "Infiltrados" -2006-) muy arquetípicos. Por cierto, ahora que llega San Valentín, me pregunto si me aceptaría un "pedrusco" la Connelly... ¡Qué ojazos! Álex. |