Dheepan (Dheepan)
Dirección: Jacques Audiard. Guión: Jacques Audiard, Thomas Bidegain y Noé Debré. Intérpretes: Jesuthasan Antonythasan, Kalieaswari Srinivasan, Claudine Vinasithamby, Vincent Rottiers, Marc Zinga, Bass Dhem, Franck Falise, Joséphine de Meaux. Duración: 109 m. Año: 2015. Producción: Francia.


La historia de un inmigrante que huye de la guerra en Sri Lanka, y no se encuentra precisamente con el paraíso en Francia, le sirve a Audiard para poner sobre la mesa un debate muy actual (y, por otra parte, eterno) sobre quienes se ven obligados a buscar una vida mejor más allá de su hogar. El choque de costumbres y las miserias que encuentra por el camino palidecen ante el verdadero infierno que se desata en el destino supuestamente estable y feliz. El protagonista no sólo debe lidiar con el hecho de tener una familia falsa (la "mujer" y la "hija" sólo lo son pretendidamente, pues fue el medio de escapar), sino que acaba viviendo en uno de esos suburbios abandonados a su suerte dentro del llamado primer mundo, controlado por narcotraficantes y escenario de una guerra de bandas que le retrotraen hasta los más duros momentos de combate en su país natal. Audiard lo cuenta todo de forma directa, verosímil y, aunque a veces parece dramatizar en exceso los traumas de Dheepan, la película acaba siendo una lúcida reflexión acerca del fenómeno de la inmigración.
Cinelandia.
Un paso más, firme y seguro, en su carrera como cineasta el que da Jacques Audiard con este relato sobrio y directo a la conciencia del espectador para mostrarle de forma realista y cruda, sin ningún tipo de edulcorante, el tristemente siempre de actualidad drama de la emigración, que si es duro de por sí para las personas que se ven obligadas a dejar su casa y su tierra para buscar un futuro mejor, si encima es porque tienen que escapar de los horrores de una guerra civil ya casi no puedo ni imaginarme el trago que deben pasar. Y eso es lo que le ocurre a los protagonistas de la historia, que para más inri tienen que fingir el ser una familia (padre, madre e hija) para poder salir de Sri Lanka y conseguir asilo en Francia; conseguido esto viene la verdadera denuncia de la película, que es el hecho de que huyen de un conflicto armado y, lejos de alcanzar el paraíso, se ven envueltos en la violencia diaria de un barrio periférico parisino controlado por delincuentes al servicio del negocio de la droga, por si no tuvieran poco con el hecho de tener que vivir la mentira que les ha permitido llegar hasta allí y superar las diferencias entre ellos. Todo muy frustrante y sombrío, sobre todo descubrir que en el primer mundo ya casi no hay color rosa y menos para los que vienen del tercero, pero que gracias a aquello de que el roce hace el cariño habrá una puerta abierta a la esperanza (algo también habitual en el cine del director galo) en esta notable cinta y flamante última ganadora en el festival de Cannes, de la que sobresalen como aristas que la impiden ser redonda la habitual meticulosidad en la narración, por momentos cercana a la reiteración, y un uso vehicular de la violencia en la parte final cuanto menos discutible.

Álex.