El Clan
Dirección: Pablo Trapero. Guión: Pablo Trapero, con la colaboración de Julián Loyola y Esteban Student. Intérpretes: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Lili Popovich, Gastón Cocchiarale, Stefanía Koessl, Giselle Motta, Franco Masini, Antonia Bengoechea, Fernando Miró, Juan Cruz Márquez de la Serna, Gabo Correa. Duración: 110 m. Año: 2015. Producción: Argentina y España.


Pablo Trapero da con la clave de un tono sombrío, sórdido y retorcido para hablar de un hecho real verdaderamente escalofriante: aunque Argentina ha recobrado la democracia, a principios de los años 80, una familia aparentemente normal (con un padre que tiene contactos con altas instancias militares y políticas, y un hijo mayor que es una figura del rugby patrio) se gana la vida secuestrando y asesinando sistemática e impunemente a personas de las que puede sacar un buen dinero, con la supuesta aquiescencia de las autoridades. Sin mayores problemas, como si fuera lo lógico, la familia cena mientras el secuestrado se queja, lo que da lugar a unas cuantas de las escenas moralmente más fuertes que un servidor ha visto en el cine en los últimos tiempos, con un Guillermo Francella (sí, el gracioso de "El secreto de sus ojos" -Juan José Campanella, 2009-) absolutamente brutal en su papel de hombre frío, calculador, cruel y manipulador, y, al mismo tiempo, amantísimo padre convencido de dar lo mejor a su prole, mientras el chico mayor se debate entre la obediencia filial y los múltiples dilemas éticos. La contextualización de la película permite relacionar la interpretación de los hechos con la impunidad general vivida durante años en la implacable dictadura militar que sufrió el país. Y, aun así, cuesta creer que lo que uno está viendo fuera verdad. Llama la atención también la forma magistral con la que el director introduce los pasajes musicales, totalmente sincronizados con las escenas, a las que da un carácter todavía más extremo. Por no hablar de un final climático que es capaz de dejarte clavado en la butaca durante un tiempo tratando de racionalizar lo que se ha visto.
Cinelandia.
La forma de rodar del director argentino Pablo Trapero, al menos hasta ahora, me produce doble incomodidad: la positiva como sentimiento que es capaz de generarme con argumentos tan interesantes como siniestros, ya que la sordidez parece ser también una constante en su cine, y la negativa como percepción sensorial y casi física con esa cámara pegada a los personajes, movida bruscamente a discreción y, en este caso, acompañada de una banda sonora que no viene a cuento. Una pena, en manos de otro la historia real de la familia dirigida con mano de hierro por el padre, un auténtico depredador (produce escalofríos la composición del personaje por parte del siempre intachable Guillermo Francella), que se dedicaba a secuestrar, extorsionar y asesinar en la Argentina que se entregaba a la luz de la incipiente democracia tras la tenebrosa dictadura (como si fuera un rescoldo de tan olvidable periodo) hubiera resultado un filme más completo, pero en las suyas tanto ruido alrededor la verdad es que molesta y distrae de lo verdaderamente importante, que insisto no es poco...

Álex.