El ciudadano ilustre Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat. Guión: Andrés Duprat. Intérpretes: Óscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belén Chavanne, Nora Navas, Iván Steinhardt, Manuel Vicente, Marcelo D'Andrea, Gustavo Garzón, Emma Rivera. Duración: 118 m. Año: 2016. Producción: Argentina y España.

Un reciente Nobel de Literatura que da prácticamente por acabada su carrera regresa a su pueblo natal, donde no le ven el pelo desde hace 20 años, para recibir un homenaje como sólo se pueden dar en los pueblos: con cutrerío y llaneza. Pero lo que comienza con la simpatía del costumbrismo evoluciona rápidamente hacia algo también muy propio del mundo rural: las cuentas pendientes y los rencores larvados. El escritor se ve entonces poco a poco atrapado en una maraña de desencuentros, primero, y de ataques directos contra su persona, después, convirtiendo el viaje en una auténtica pesadilla. Excelente trama muy bien hilvanada, plena de detalles y que tiene a Óscar Martínez en uno de sus pilares más firmes interpretando a ese inolvidable Daniel Mantovani. Una nueva muestra de que nadie es profeta en su tierra, un estudio de personajes profundo y, en última instancia, una estupenda ficción. ¿O no? Cinelandia. El tándem Duprat-Cohn vuelve a bucear en la naturaleza humana y sus miserias después de la ya lejana y estimable "El hombre de al lado" (2009), volviendo a confrontar como en aquella ocasión la inteligencia y el talento, combinadas con la soberbia y cierto aire de superioridad moral, contra la vulgaridad y la fuerza bruta acompañadas de buenos sentimientos e intenciones. Entonces un arquitecto refinado contra un rústico vendedor de coches usados como vecinos irreconciliables, ahora un escritor premio Nobel de Literatura por encima del bien y del mal frente a todos los paisanos de su pueblo natal, al que no había vuelto desde que salió de él y que pretenden homenajearle. Múltiples lecturas para un filme brillante, tragicómico, que destila amargura y cinismo a raudales y que ni quiere ni puede evitar caer en esa petulancia argentina tan conocida que le otorga cierto carácter impostado, con un giro final en forma de guiño al espectador que ayuda a considerarlo de forma muy positiva... Álex.