Calvary (Calvary)
Dirección: John Michael McDonagh. Guión: John Michael McDonagh. Intérpretes: Brendan Gleeson, Kelly Reilly, Chris O'Dowd, Aidan Gillen, Domhnall Gleeson, David Wilmot, Dylan Moran, Marie-Josée Croze, Killian Scott, Isaach De Bankolé, M. Emmet Walsh, Pat Shortt, Gary Lydon, Orla O'Rourke, Owen Sharpe, David McSavage, Michael Og Lane, Mark O'Halloran. Duración: 102 m. Año: 2014. Producción: Irlanda y Reino Unido.


El director de "El irlandés" (2011) no deja el humor negro, aunque esta vez se decanta por una especie de drama existencialista que tiene por protagonista a un apacible párroco de un pequeño pueblo de Irlanda. La tranquilidad pronto se rompe cuando una anónima víctima de abusos sexuales en su infancia como monaguillo amenaza con asesinar al cura, aun siendo éste inocente, en representación del silencio cómplice de la Iglesia. A partir de entonces, el buen hombre dispone de una semana para averiguar quién quiere matarle y convencerle de lo contrario, al tiempo que recibe la visita de su hija, con la que nunca ha tenido buenas relaciones, y trata de atender a una parroquia de lo más pecadora. Una cinta que apuesta por una narrativa original, sin caer en tópicos, y que mezcla bien todos los elementos para desarrollar una historia realmente impactante, con un Brendan Gleeson sublime.
Cinelandia.
El anuncio de un feligrés a su párroco en el acto de confesión de que le va a asesinar en el plazo de una semana como venganza por el hecho de haber sido una víctima de abusos sexuales en su infancia por parte de otro sacerdote (digamos que por la actitud de silencio cómplice que la Iglesia siempre ha mostrado en estos casos, algo que en la rabiosa actualidad de nuestros días parece que está cambiando) es el impactante punto de partida de este amargo, perturbador y talentoso filme en el que pronto se descubre que lo importante no es la intriga para desvelar la identidad del asesino tanto como mostrar las miserias, dudas e hipocresías de todos los vecinos (el perfil excéntrico de la totalidad aporta un punto de extrañeza continua que no me acaba de cuadrar del todo) a través de las curiosas relaciones que mantienen con el cura (impecable Brendan Gleeson en un ejercicio de humanidad admirable, fantásticas las escenas con su hija, fruto de un matrimonio anterior a su ordenación), el cual deberá afrontar en tan corto periodo de tiempo su propio drama a la vez que intenta aliviar las tortuosas almas de semejante cuadrilla de ovejas descarriadas. Una reflexión lúcida sobre el poder del perdón, la piedad, la resignación ante lo inevitable y otros valores cristianos dentro del papel de la Iglesia Católica en uno de sus reductos más fuertes como es el medio rural irlandés, no exenta de cinismo y humor negro, que se queda dentro de la cabeza del espectador y le deja frustrado, tal es su pesimismo y oscuridad, y a la que le sobra excentricidad en sus personajes secundarios y cierto afán provocador para haber alcanzado un escalón superior.

Álex.