Boyhood: momentos de una vida (Boyhood)
Dirección: Richard Linklater. Guión: Richard Linklater. Intérpretes: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, Elijah Smith, Lorelei Linklater, Steven Chester Prince, Bonnie Cross, Libby Villari, Marco Perella. Duración: 165 m. Año: 2014. Producción: EE.UU.


Richard Linklater ofrece en "Boyhood: momentos de una vida" una forma nueva de contar el proceso vital de un chico y de su familia: rodar durante 12 años la evolución real de los personajes (y de las personas) para luego montarlo todo en una película de algo más de dos horas y media. La experiencia es singular por cuanto permite contemplar más una década de crecimiento y maduración de todo el reparto (evidentemente más obvio en el chaval y su hermana) condensada en pantalla. A ese impacto, que facilita entrar mejor en la historia, verla más "real", se suma un argumento cuya pretensión es llevar al cine una trozo de vida "normal". Y vaya si lo consigue. Es difícil no identificarse con cualquiera de los momentos vividos por la familia. Sin embargo, ese afán cuasidocumentalista cojea algo a la hora de articular una tensión narrativa bastante tibia. Pero, en fin, no parecía ése el objetivo, sino el enlatar un trozo de vida para, en última instancia, promover una reflexión existencialista. Y, desde ese punto de vista, el filme logra su finalidad.
Cinelandia.
No se puede negar el mérito (ni el trabajo) a Richard Linklater de haber rodado durante 12 años este filme, para que observemos la evolución y el crecimiento, tanto físico como emocional, de los personajes, sobre todo el principal encarnado por Ellar Coltrane. Y, desde luego, no sería lo mismo si ese periodo de tiempo se hubiera comprimido en una cinta de menor duración y si el personaje hubiera sido interpretado por diferentes actores por mor de los inevitables cambios físicos. Pero tampoco hay mucho más allá de esa originalidad, ya que tal y como reza la parte del título en castellano, el filme se limita a mostrar los momentos se supone más importantes y decisivos en la vida de un chaval hasta que se dispone a irse de casa para estudiar en la universidad. A veces de forma más dramática y otras con un tono mucho más desenfadado, estamos delante de un ejercicio de estilo filosófico, entre existencialista y metafísico, adornado con pinceladas podríamos decir costumbristas que sirven de crónica social de la actualidad norteamericana. Meritorio, como digo, pero no me alcanza como la obra maestra que nos han vendido...

Álex.