Spike Lee recupera la frescura con una cinta bien narrada que cuenta un suceso sorprendente: a principios de los 70, un policía negro logró infiltrarse en el organización racista y ultraderechista Ku Klux Klan. No en persona, claro, ¡sino por teléfono! Los detalles de la investigación están contados con soltura y, lógicamente, le sirven a Lee para lanzar su esperado mensaje ideológico, esta vez más ponderado que nunca, además de para criticar y burlarse de Donald Trump al establecer obvios paralelismos con el presente. Entretenimiento y concienciación van aquí bien de la mano. Cinelandia. Tan beligerante y poco sutil Spike Lee en su alegato antirracista como virtuoso en los apartados técnicos y hábil narrador para mantenerte enganchado a esta, por momentos, estrambótica historia real del policía negro que se infiltró de aquella manera en la absurda organización supremacista aria. Con un tono humorístico que ayuda a sobrellevar la gravedad del asunto, el director afroamericano no se reprime ni un poquito en aprovecharla para establecer similitudes con la situación actual de forma más bien burda y panfletaria, lo cual en parte es contrarrestado por el perfil de la pareja de detectives protagonista (mención especial para Adam Driver), que aportan cordura y sensatez al mensaje. En definitiva, un conjunto tan interesante en su trama y desarrollo como irregular y ventajista en su cariz ideológico. Álex. |