Amelie (Le fabuleux destin d'Amelie Poulain)
Director: Jean-Pierre Jeunet. Guión: Jean-Pierre Jeunet. Intérpretes: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus, Yolande Moreau, Artus de Penguern, Urbain Cancelier. Duración: 120 m. Año: 2001. Nacionalidad: Francia / Alemania.


Aquí tenemos otro pequeño y hermoso cuento a cargo de Jean-Pierre Jeunet (el co-director de aquella delicia llamada "Delicattessen" -1991-). Agobiado tras el encargo hollywoodiense de la violenta y retorcida -aunque muy interesante- "Alien Resurrección" (1997), y ya sin su -en otro tiempo- inseparable Carot, el cineasta francés se ha decantado por una pieza sencilla y optimista, en donde los detalles y la puesta en escena cobran una importancia absoluta. La historia no es que sea original: narra la vida de Amelie (magnífica Audrey Tautou) en clave de amor/desamor con la gente que le rodea, hasta la lucha final por el amor verdadero. Pero sí lo es, y mucho, la forma en que está contada. Además, por el camino nos encontramos con una estupenda galería de secundarios e historias surrealistas, como la del gnomo de jardín viajero que manda postales a su dueño. Son elementos de cualquier cuento primordial y la película consigue su objetivo: dejarte una sonrisa en la boca y ensancharte el espíritu.
Cinelandia.
Precioso cuento, narrado en clave asombrada y surrealista. Amelie presenta la historia inocente de una chica con una imaginación desbordante, a la que le cuesta adaptarse a la realidad. En su empeño de arreglar el mundo en el que vive, sea apañando amores, recuerdos o haciendo sufrir al odioso verdulero, Amelie nos enseña una galería de personajes muy interesantes, caricaturizados y simbólicos. Hay que resaltar el gran colorido del filme y su banda sonora, a cargo de Yann Tiersen. En definitiva, precioso cuento que por su final, al que tanta gente se apuntaría, se merece guardar para elevar el ánimo.

Brizio.
Si a mí también me corresponde un hada madrina en mi vida, quiero que sea como Amelie. Merece la pena recordar de vez en cuando que las buenas películas, y las buenas historias en general, no necesitan de grandes desplieges ni grandes palabras. Tan sólo saberlas contar, aunque se hable de pequeñas personas con sus pequeños problemas en una ciudad cualquiera. Sobre todo si, como en esta película, se derrocha amor a la vida. Y aún más si contamos con una protagonista que puede expresar más emociones con su rostro que todo el reparto de una película normal.

Deckard.